viernes, 14 de noviembre de 2008

Mientras la veo dormir

Es viernes y estoy en mi cama junto a Alejandra. Se ha quedado dormida. Hace ya una semana que me operaron y estoy en casa desde el domingo.

Compartimos la misma almohada y Alejandra duerme plácidamente, con el rostro hacia mí, abrazándome; sólo sobresaltándose con esos pequeños movimientos, como una epilepsia graciosa, que ella siempre hace cuando duerme; pero el resto del tiempo está serena. Yo la observo, veo sus pestañotas, sus cabellos crespos que me encantan, sus labios. Entonces le doy un besito y siento que la quiero, y recuerdo los últimos días que hemos tenido, los más recientes.

Salí bien de la operación, y la primera persona con la que hablé por teléfono fue Alejandra. Al día siguiente, me visitó y estuvo conmigo toda la tarde, y conoció, en persona, a mis papás. El domingo regresé a casa, no nos vimos, pero hablamos mucho por celular.


Alejandra sigue durmiendo en esta tarde de viernes, pero da un pequeño salto. Mantiene su brazo derecho sobre mí, abrazándome, y ahora busca, con la mano izquierda, mi mano, y la toma. Su rostro sigue impasible, y yo le doy otro besito mientras siento que la quiero más.


Recuerdo ahora todos estos días desde el lunes, y las cosas que ella ha hecho por mí, como visitarme a diario, aun sabiendo que su mamá podría molestarse por pasar tanto tiempo con ese chico que aun no conoce. Pero no sólo eso.

Alejandra ha tenido para mí, desde que está conmigo, un cariño inmenso, sincero; pero está semana todo se ha maximizado. Desde el simple hecho de pasarme todo lo que le pedía, a traerme la comida, acomodarme la almohada, cambiar los canales de la tv por mí, ayudarme a levantarme, e incluso darme de comer a la boca, aunque no lo necesitara, Alejandra ha hecho más de lo que pensé o esperé.

Sin embargo, lo que más me viene a la mente, son los besos, abrazos, risas, todo, todo el amor que me ha dado esta semana en mi cuarto, en mi cama. Gracias a su presencia han sido días llevaderos, felices.

Mientras recuerdo estos momentos, Alejandra se despierta y me mira, sonriendo, y me da un beso. Entonces yo le correspondo, y también la abrazo. Y siento que la quiero mucho más.