lunes, 1 de junio de 2009

Recorrido

Es sábado por la mañana. Estoy en migraciones, para renovar mi pasaporte. Es una nueva oficina, a media cuadra de donde yo viví de niño y parte de la adolescencia. Me dicen que no hay atención. Salgo maldiciendo.

Decido ir caminando hasta mi actual casa, pero cuando llego a una esquina, recuerdo que a media cuadra está un parquecito, al que iba a jugar de niño. Dudo por un instante, pero finalmente decido ir. Han pasado más de diez años desde la última vez que estuve ahí.

Todo sigue igual, el parque, la gruta con la virgen, la pista áspera y maltratada, que nunca han mejorado, en la que alguna vez me caí y raspé manos y rodillas.

La sensación que me han traído los recuerdos de ese lugar, me impulsa a seguir.

Entonces camino, paso por calles que recordaba más o menos, y otras que había olvidado casi por completo.

Llego a un parque grande, al que sólo iba en mis días más aventureros de niño, en bicicleta, alejándome de casa. Recuerdo una tarde, iba con mi bicicleta a toda velocidad, por ese parque, cuando me di cuenta que iba a chocar contra una banca, pero por alguna razón no frené, o los frenos no funcionaron, el resultado fue un golpe seco, algo de dolor, sobre todo en mi zona frágil. Sonrío recordando eso. Pero el parque ya no es el mismo. Está descuidado, hay un cartel que promueve la desratización. Sigo caminando.

Llego a una zona que había olvidado totalmente, en la que hay casitas casi iguales y tiendas. Algunas siguen igual, otras han cambiado. Es increíble cómo ese lugar había desaparecido de mi mente, pero al estar ahí, los recuerdos regresan sin parar. Sigo mi camino.

Voy por una gran avenida. Sé a dónde me llevará. Al mercado. A ese lugar al que fui muchas veces de niño, junto con mi mamá. Pero ahora estoy caminando sólo, y en sentido opuesto. Estoy avanzando por la que era la ruta de regreso a casa.

Mientras avanzo, reconozco más lugares, el tallercito dónde reparaban radios y la lavandería, por ejemplo. También veo tiendas venidas a menos, al mismo tiempo que negocios que nunca había visto antes.

Llego al mercado. Ya no están los puestos y tiendas en las que vendían juguetes, donde mi mamá me compró mi primer G.I. JOE, o la tienda grande, diferente, donde mi papá me compró mi pelota Adidas FIFA Cuestra Gemini. Ahora esa tienda es un conjunto de stands, el vidrio que hacía las veces de mostrador ya no está.

Veo a mi izquierda, y están los pollos colgados, muertos, pelados. Al fondo está la señora de los pescados, por el otro pasaje, las verduras. No entro, voy por el que era mi lado preferido.

Por esa zona vendían casettes, más juguetes, trompos, ludos, de todo. Recuerdo que ahí vi un muñeco de Street Fighter, que me gustó mucho, y que una mañana, cuando no pude acompañar a mi mamá, por un ataque de bronquios que no me dejaba respirar, ella me lo compró y llevó a casa. Ahora hay gente ofreciendo llamadas, stands con venta de celulares o mp3, pero el lugar es el mismo, la estructura no ha cambiado.

Sigo caminando y veo tiendas que permanecen iguales a como las recordaba, como el bazar, la tienda de abarrotes y una de ropa, que siempre fue fea. Paso por el pasaje donde iba a comprar “figuras escogidas”, para mis álbumes del Mundial ’94, o Caballeros del Zodiaco, todo eso lo recuerdo ahí mismo, todo viene de repente. Sin embargo, ahora en ese lugar venden juegos de Play Station. Las cosas cambian.

Termino mi recorrido por el mercado, yendo a la zona donde un señor vendía emolientes. Tenía un puesto de color rojo, y siempre estiraba la linaza al momento de servir. Era algo que me gustaba ver. Al llegar al lugar, veo que el puesto ya no es rojo, ahora es blanco, y en lugar del señor, está una mujer. Estaba con ganas de tomar un emoliente, pero no lo hago, lo considero una traición, al señor del puesto rojo y a mis recuerdos.

Salgo del mercado por la ruta que era de llegada. La zona donde había puestitos de fruta y verdura es ahora otro mercado, de cemento y stands.

Es algo que he notado a lo largo de este camino. Los lugares y el tiempo han tenido relaciones distintas. Para algunos, ha sido una renovación total, un cambio que sustituye al pasado casi sin dejar huella. Otros lugares, han avanzado con el tiempo, modernizándose sin perder su esencia. También están, aunque pocos, los que siguen tal como recordaba, el tiempo no los ha afectado. Y por último, están los que han perecido, lugares que son muestra clara de derrota, de ser restos que se quedaron atrás, sin mayor esperanza.

Ahora paso por la iglesia, toda blanca. Recuerdo que siempre que pasaba por ahí, mi mamá me decía que me persignara. Y lo hacía. Ahora no lo hago, no creo en eso. Sin embargo tengo deseos de entrar, pero las puertas están cerradas, y me da risa ver en la parte superior del portón, el logo de una empresa de seguridad. La modernidad.

Entonces sigo, paso por un parque más, también destruido por el tiempo. Paso también por la “canchita” de futbol, lugar al que fui rara vez, porque no podía correr mucho, por los bronquios.

Llego a la cuadra donde vivía. Ahora todos son negocios. Y una oficina de migraciones.

El pequeño bazar de la señorita Norma ahora es una gran tienda, con un centro dental en el segundo piso.

El lugar donde alquilaban Super Nintendo, ahora es una cabina de Internet.

La casa de la niña con la que jugaba y con la que iba a buscar a un ratoncito blanco, ahora es un edificio enrejado. Eso también ha cambiado, antes todas las casas tenían jardines y puerta. Ahora hay rejas.

El lugar donde vivía Don Mariano, ahora es un restaurant. Don Mariano era un viejito vasco, buena gente. Un día murió, vino un sobrino y vendió el lugar.

Finalmente llego a mi antigua dirección, con el número 1154.

Mi casa ya no existe. En realidad sólo es el lugar donde estaba la casa. Ahora es una construcción dividida en tres partes, que mi papá alquila. En el primer piso, un restaurant y al costado un centro de fotografías, mientras que en el segundo, vive una familia.

Ya nada físico queda de lo que recuerdo. Me detengo un segundo frente al lugar. Nada. No hay nada de lo que había antes. La nostalgia está presente, pero ese recorrido ha sido vivificante. Ver todos los cambios me ha hecho pensar en mis cambios también.

Doy media vuelta y tomo un taxi, mientras pienso que quiero volver en cinco o diez años, para revivir los viejos momentos, y comprobar los cambios, beneficios y estragos que se han dado en los lugares y en mi, ante el inexorable paso del tiempo.



Sucedido: 30-05-09 (en el 2015 0 2020 volvemos).


(Sé que el "nivel" de este escrito es bastante bajo, pero quiero que quede registrado).

14 comentarios:

Jorge Urbano Malásquez dijo...

Definitivamente evocar recuerdos es un buen tema para narrar.
Saludos

Manuel Diaz Ibañez dijo...

Maldita nostalgia. Por lo menos a mi, hacer ese tipo de recorridos me hace sentir aun mas solo. Sin embargo, lo paja sería hacerlo con alguien de ese pasado, alguien que cuente esas mismas calles como uno, y si ese alguien es mujer mucho mejor —no me pregunten porque—.

Rolando Escaró dijo...

creo que la mayoria de lugares sólo permanecen intactos en nuestra memoria.supongo que aquel fue un recorrido por tus recuerdos

Adriana dijo...

Definitivante lo mejor queda en nuestra memoria pero a ver q sucede en 10 años no? suena interesante
Besos

Insisto... dijo...

Uy que nostálgico,me pareció recorrer contigo esos lugares que uno frecuentaba y nunca pensó que llegaría a extrañar.Los almacenes con esos dulces pequeños,la vecina regando por las mañanas,el abuelito que me vendía en la esquina de mi casa..olores,lugares que ya no están y si lo están son sin ese olor a infancia.
Yo también la extraño y mucho.


cariñuuus!!

Kim Basinguer dijo...

A mi me parece un escrito precioso,y mientras lo leía, paseaba contigo y me acrodé de mi casa en Venezuela, que dicen que sigue igualita por fuera,¡como me gustaria verla y que miedo me da la nostalgia!

Sinfónica dijo...

omg! tantas letras,! seria bueno un continuara.... , que bueno que te decidiste por un solo blog, porque nunca sabia a cual meterme, no me gustan las cosas complicadas, soy una chica sencilla, jaja,
renovar pasaporte para que?

JRodriguezD dijo...

En realidad, los otros blogs siguen con vida, sólo que a pedido de la fanaticada los eliminé de la lista, pero los links se encuentran en la parte superior de la barra derecha.

Y quiero renovar pasaporte porque viajaré por Ecuador y Colombia en julio, y no quiero problemas con las leyes. Más detalles en mi otro blog, ja.

Romina dijo...

jajaja
o sea que debemos ver lo detalles en otro blog!!!
pillo :P

escribiste un poquito?
jajaja
leo toooooodo y regreso!

Romina dijo...

por qué consideras que elnivel de este escrito es bastante bajo?
no amigo, no es bajo ...
yo creo que uno se distiende al expresarse como suele hablar o sentir y como este es TU blog podés expresarte como quieras!
loscambios me prevocan nostalgia, ya no es el mismo lugar ...
los aromas cambian, la gente cambia ...
solo queda imaginarnos donde estaba aquella cosa o tal otra ...

recuerdos imborrables amigo :)

Abrazos♥

Xochie dijo...

Me gusto porque senti que me lo estabas contando tu y ni si quiera te conozco, no es bajo, es como tu lo sentias, no hay estandares para esto. Me pasa asi, cuando vuelvo a mi pais y a mi ciudad y veo tales lugares, es como si todo desapareciese y en mi mente se sobrepone todo lo que según yo habia dejado. Mi casa en México la renta mi madre, y aunque sigue igualita por fuera, el ver otro coche metido en la pequeña cochera enrejada y sin los soles y las plantas que solíamos tener las dos ahi, me hacen sentirme un poco..Nostalgica. Muy rico el escrito.

DIANA-CHAN dijo...

pues sera bajo pero no lo note, he leido hasta el final.

markín dijo...

Latente como siempre la nostalgia, esa que de seguro a todos nos sucede en esos momentos de una mirada al ayer.

Ver los ojos cansados de gente que antes lo tenía pletóricos.

Ay mucha emoción en los recuerdos... ojalà en 15 años ó 10, aún estés con vida, y aún exista un teclado y blog... ojalá.

Chau.

un 17 de junio 2009, sabía aún de tus escrito con tristeza.

LiterataRoja dijo...

Hermosas letras de nostalgia...