sábado, 8 de diciembre de 2007

Citas

En la mañana fui a la feria del libro de Miraflores y compré La última mudanza de Felipe Carrillo (Alfredo Bryce Echenique) y La cuarte espada (Santiago roncagliolo).

Cuando llegué a mi casa, lei, como de costumbre, la parte trasera del libro y luego las dedicatorias y frases que casi siempre se ponen antes de empezar un libro. En el de Bryce encontré una cita chevere. En el de Roncagliolo, que es el que he empezado a leer, él ha escrito algo buenazo.

Estas son las citas (o frases): En el libro de Bryce "There are only three things to be done with a woman. You can love her, suffer for her, or turn her into literature." (Lawrence Durrel) En el de Roncagliolo "Los libros son una buena patria para los que no son de ninguna parte". 

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Rumbo a la biblioteca - Post al vuelo

Post fugaz. Escrito apenas llegué a mi casa y aun tenía los "sucesos" en la memoria.

Tenía que ir a la Biblioteca Nacional a ver unas cosas.

Salí de mi casa y en el paradero vi a una mujer que se parecía a Laura Bozzo y usaba minifalda, por lo que la imagen no era nada grata. Cuando llegó el bus subí y noté que la mujer también lo hizo, sentándose delante de mí.

Como sabía que llegar me iba a tomar cierto tiempo (debido a la porquería que es el transporte público, el trafico y Lima en general), empecé a escuchar música en mi cd player (porque ya no tengo iPod… una triste historia).

Bueno, el cd que tenía era de Joaquín Sabina. Escuché Viridiana y luego Qué se llama soledad… y todo bien. Pero fue llegando al paradero de mi querida Universidad de Lima, que empezó el encadenamiento de sucesos extraños que acontecieron.

El bus, como de costumbre, se quedó plantado esperando pasajeros. En eso, la mujer parecida a Laura Bozo empezó a gritar, con una voz gangosa, realmente desagradable (y algo triste): ya pueee avanceeee. Para esto, empezaba a escuchar Por el boulevard de los sueños rotos, una canción que me gusta mucho y que finalmente formó parte del entrevero de cosas que vino a continuación.

Lo pondré como diálogos. Ahí va: (Sabina / Mujer / Cobrador / Conductor / Vendedor)


- En el bulevar de los sueños rotos / vive una dama de poncho rojo
- Ya pueee avanceeee
- pelo de plata y carne morena / Mestiza ardiente de lengua libre
- oiga ya van como 5 minutos, avance pueeeee- gata valiente de piel de tigre / con voz de rayo de luna llena
- Ya señora ahorita
- Nada de ahorita, apúreseeeeee (en eso la tía pasa adelante y se sienta justo detrás del conductor)
- Por el bulevar de los sueños rotos / pasan de largo los terremotos / y hay un tequila por cada duda.
- Avanza carajooooo (al conductor)
- Tranquilizece (el bus por fin sigue la ruta)
- Cuando Agustín se sienta al piano / Diego Rivera, lápiz en mano / dibuja a Frida Kahlo desnuda.
- Ustedes creen que estoy jugando, se demoran en avanzar carajo (llegamos a otro paradero y el bus nuevamente se queda algunos minutos)
- Todo Javier Pradoooo
- Yaaa mierdaaa avazaaaaa, ¿acaso estoy paseando?
- Se escapó de cárcel de amor / de un delirio de alcohol / de mil noches en vela- Señora mejor váyase en taxi
- Ándate en taxi tu mierda (al cobrador… en eso sube un vendedor de caramelos)
- Se dejó el corazón en Madrid / ¡quien supiera reír / como llora Chavela!
- Señoras y señores, disculpen la molestia
- No, tu no eres ninguna molestia, el que jode es el mierda del cobrador, y tu también (al conductor) avanza mierdaaa que no quiero llegar a mi casa de noche (el vendedor de caramelos se mata de risa)
- Por el bulevar de los sueños rotos / desconsolados van los devotos / de San Antonio pidiendo besos- Señora por favor cálmese- No me calmo carajo, qué mierda se creen avancen
- (entre risas) hace un tiempo estuve por el camino de la perdición y no tengo trabajo fijo
- Ponme la mano aquí Macorina / rezan tus fieles por las cantinas / Paloma Negra de los excesos

En eso tuve que bajar, mientras el vendedor seguía con su discurso y la mujer pedía disculpa a los presentes, y añadía que los mierdas eran el cobrador y el conductor.

Bueno, eso es lo que quería escribir, ese extraño collage de voces que se entremezclaron en el camino a la biblioteca.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Trabajo fallido de Redacción Periodística

En el curso de redacción periodística, la profesora nos dijo que alucinaramos que trabajabamos en un diario, y nos envió de "comisión" a diversos sitios para escribir crónicas periodísticas. A mi me tocó McDonalds.

Pero bueno, debido a ciertas circunstancias (y un encuentro), no pude escribir una crónica (al menos no una periodística), sino que me salió cualquier otra cosa (que hasta ahora no sé que será). Eso es lo que cuelgo a continuación, lo que tuvimos que escribir en clase, mi trabajo fallido de redacción periodística.



Y dice así:

(Ni si quiera tiene titulo)


No había desayunado, ni comido nada desde la noche anterior.

Ya era mediodía cuando llegué a la clase de redacción periodística. A esa hora el hambre me invadía, y se presentaba ante mi como un leve dolor de estomago y algunos sonidos no muy agradables.

Cuando entré al salón, que estaba desierto, la profesora me dijo que tenía que ir a algún lugar y escribir sobre éste.

- Que sea algún lugar donde haya comida – dije, buscando la oportunidad de comer algo.
- OK, anda a McDonalds – respondió.

Así que me dirigí al lugar designado.

Crucé el puente de Javier Prado a paso veloz. Quería comer rápido para poder regresar a la clase y tener tiempo de escribir. Sin embargo, cuando bajaba las escaleras, ya del otro lado de la avenida, me di cuenta que junto a mí estaba Milagros, una chica de mi clase de *****, que aunque siempre me ha parecido simpática, nunca me ha caído muy bien que digamos, sobretodo porqué dice cosas, la verdad, estúpidas.

De repente, volteó hacia mí. Después de unos holas me preguntó a dónde iba. Pensé decirle cualquier cosa, para salir rápido del paso y poder por fin irme a comer; pero no se me ocurrió nada. Así que le dije la verdad.

- Voy a McDonalds porque me muero de hambre – respondí mientras empezaba a acelerar el paso – sólo tengo unos minutos para comer y regresar a clase.
- Está bien, vamos, yo también tengo hambre – me contestó sonriendo y mostrando sus blancos y perfectos dientes, rodeados por esos labios que siempre me han gustado tanto.
- Ya pues, vamos – dije resignado.

Caminamos hablando de lo mal que nos caía el profesor de ***** y de los exámenes finales. Le conté que tenía que escribir algo sobre McDonalds. La miré y me di cuenta que en realidad si era linda: cabellos castaños y crespos, ojos negros y algo rasgados (sin llegar a ser orientales), mejillas que se tornaban brevemente rojizas en cualquier momento, un par de cejas oscuritas y marcadas, y muchas pecas, pecas que de lejos no se notan, pero que de cerca se ven esparcidas alegremente por su rostro, y que parecen agruparse en su respingada nariz.

Si tan sólo permaneciera callada, pensé.

Noté que ella estaba con un top (o como se llame esa cosa con tiritas en los hombros), y que al caminar rápidamente, sus pechos saltaban armoniosamente.

De pronto sonó su celular. Se detuvo y empezó a buscarlo en su cartera, desesperada. Lo encontró. Mientras seguía parada empezó a hablar; yo le hacía gestos para que caminara, pero ella me decía, con la mano, que la esperase.

Mierda, puedes caminar y hablar por el celular al mismo tiempo, dije para mis adentros. Pero ella nada, sólo hablaba con una tal Cecilia, sobre la exposición que tenían al día siguiente, las diapositivas y las entrevistas.

Después de unos minutos, justo cuando estaba a punto de decirle que la esperaba en McDonalds, terminó de hablar. Apúrate, le dije secamente. No podía creer que caminar un par de cuadras nos hubiera tomado tanto tiempo.

Por fin llegamos.

Pedí una McPollo (versión “castellana” de McChicken), una gaseosa y papás.

Para mi mala suerte, a Milagros se le ocurrió que pidiésemos todo al mismo tiempo, en lugar de ordenar por cuentas separadas.

Después de hacer mi pedido, me hice a un lado, esperando a que ella ordenase.

Se quedó mirando todas las ofertas que tenía ante sí. Sus ojos recorrían todas las fotos coloridas, mientras su boca se abría levemente y su lengua se asomaba. Era un gesto gracioso, pero empezaba a odiarla. Me moría de hambre.

Ay, no sé qué quiero, me dijo sonriendo. Y nuevamente posó la mirada en las fotos.

Pasaron varios segundos, hasta que arrugó el rostro y dijo: mmm, yo quiero lo mismo. La odié más.

Tan pronto nos dieron los pedidos pasamos a buscar servilletas, sorbetes (?) y salsas. Yo tomé todo rápido y busqué un lugar donde sentarme. Pero Milagros me pidió que la esperase. Porfaa, me dijo. OK, respondí, serio.

Cuando por fin nos sentamos me di cuenta que había pasado bastante tiempo desde que salí del salón. Empecé a comer velozmente.

- Ay, no comas tan rápido pues – me pidió Milagros, mientras tomaba las papas fritas, una por una, lentamente.
- Se me hace tarde, tengo que irme al toque, me has hecho perder mucho tiempo – le contesté.
- Está bien – respondió bajando la voz – yo me como esto camino a la universidad.

Me sentí mal por tratarla así. Pero en realidad no quería perder más tiempo, así que prácticamente engullí todo.

De regreso, empecé a decir las estupideces que siempre digo cuando quiero aparentar ser gracioso o inteligente, e hice que sonriera.

Mentras cruzábamos el puente, Milagros comía su McPollo muy contenta. El viento desordenaba sus largos y castaños cabellos, y sus pecas se veían preciosas.

- Hay que matricularnos en algún curso juntos en verano, ¿ya? – me dijo mientras el sol hacía que entrecerrara los ojos y me parecía muy linda.
- Ya pues – le respondí después de unos segundos, sin saber si creer en mi respuesta o no.


P.D. Felízmente que este trabajo no tenía nota